Dentro de mi andadura en el grupo de investigación, el proyecto MyHeart tiene un significado especial para mi por diferentes motivos:
- Fue mi iniciación en el mundo de la investigación, pues llegué al grupo para trabajar específicamente en él, allá por el año 2004.
- Fue la primera vez en la que participé de un consorcio internacional con grandes empresas y diferentes universidades.
- Me permitió conocer y aprender las diferentes tecnologías que por aquel entonces estabas de moda: programación en .NET, comunicación con dispositivos a través de Bluetooth, crear webservices (¿webqué? – algo que no había escuchado en mi vida), programación web con Portlets (no los busquéis, murieron hace mucho tiempo), creación de aplicación con Cocoon (ni os molestéis tampoco, murió como proyecto, y para ser sincero, nunca debió haber nacido), JSF, servlets, entornos 3D, y un largo etcétera.
- Fue uno de los primeros proyectos que empezaron a desarrolar el concepto de ‘sersor vestible’ (wearables para los modernos). Y el desarrollo de uno de esos wearables, llevado a cabo por uno de los socios del proyecto, nos costó sangre, sudor y lágrimas… pero sobre todo mucho sudor.
- Pero sobre todo, fue cusante de que me convirtiera en un runner.
Rebobinemos un poco. El proyecto MyHeart, un proyecto de investigación financiado dentro del 6º Programa Marco de la Comisión Europea, tenía el siguiente objetivo:
Empoderar al ciudano en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares mediante un estilo de vida preventivo y diagnosis temprana de factores de riesgo, mediante la monitorización continua de señales vitales a través de sensores textiles integrados en prendas funcionales…
Desde UPV participábamos en el desarrollo de una de éstas aplicaciones dirigida a personas de bajo riesgo cardiovascular, con una vida activa y que quieren mantenerse activos. Para ello se desarrolló, en colaboración con Philips Eindhoven, un sistema de entrenamiento personalizado que prescribía planes para ciclismo (parte de UPV) y para atletismo (parte de Philips). Dicho sistema recibió el nombre en clave de “Activity Coach”
Como podréis ver en las siguientes imágenes, construimos un prototipo de entrenador virtual usando una bicicleta de spinning y un sistema de control conectado a un mundo virtual 3D, que monitorizaba ritmo cardiaco (desde un textil inteligente) y la velocidad de pedaleo (con un pequeño sensor que acoplamos a la bici), y que te iba guiando durante toda la sesión en la manera de manter el ritmo cardiaco dentro de unos márgenes de trabajo cardiosaludables. La segunda imagen es la evolución del prototipo a un producto más cercano a mercado, y que hizo más kilómetros viajando a ferias que gente pedaleando encima :-). Aunque al menos pudimos ver el McLaren de Fernando Alonso en primera persona, el coche con el que ‘casi’ gana su 3er campeonato.
La base de trabajo de dicho sistema era el uso de una ‘prenda inteligente’ capaz de medir ECG, ritmo cardiaco, frecuencia respiratoria y amplitud de la respiración. Pongo entre comillas lo de prenda inteligente, pues en realidad la camiseta no tenía nada de inteligencia, necesitaba de una electrónica de control (desarrollada por otro partner del proyecto) para adquirir las señales, procesarlas y transmitirlas de manera inalámbrica a otro sistema, en este caso, la bici.
Anteriormente he comentado que el desarrollo de la camiseta nos costó sudor, mucho sudor. En las primeras etapas de desarrollo del proyecto, disponíamos de prototipos de todos los componentes del sistema: prototipo de bici (la de color naranja en las fotos), prototipo de prenda, prototipo de electrónica de control, etc. Pero, como la propria palabra ‘prototipo’ indica, dichos componentes estaban en fase de evolución y no se habían refinado del todo para pulir fallos y defectos de diseño. Y la camiseta tenía un fallo de diseño bastante evidente: no es que fuese tan ajustada que casi cortase la respiración, ni que aumentase x100 los michelines, ni que ponérsela fuese tan complicado como enfundarse en un traje de neopreno…. no, su principal problema era que dejaba de funcionar en cuanto se mojaba por el sudor.
En las dos imágenes podéis ver los prototipos utilizados, en versión masculina (la negra) y versión femenina (el sujetador inteligente). Dichas prendas tenían tejidos en su interior una serie de electrodos textiles (zona del tejido fabricada con hilos conductores) cuya conexión se realizaba a la electrónica de control mediante cables textiles que, al mojarse por el sudor, se cortocircuitaban. Un pequeño detalle sin importancia, sobre todo para gente que sale a correr o que hace una sesión de spinning, que como todo el mundo sabe, son dos deportes en los que no se suda nada. </irony mode=”off”>
Para solucionar aquellos problemas se probaron diferentes soluciones en la electrónica, los cables textiles, e incluso en la propia prenda. Pero el denominador común de todas ellas fue que “alguien” tenía que probar si funcionaba o no. Y, sorpresa, me ofrecí entre los voluntarios (tampoco hubo una gran demanda, creo que tan sólo una compañera y yo accedimos a realizar esas pruebas de sudoración extrema) para correr hasta que la prenda fallase.
En la siguiente imagen puede pareciarse una de esas pruebas realizada en pleno mediodía del julio de Valencia, es decir, con mucho calor y mucha humedad. La sesión realizada fue una media maraton (21km para los que no lo sepan) dando vueltas a la pista de atletismo de la UPV. El conjunto camiseta/electrónica funcionaba de manera correcta (más o menos) durante los primeros 30′, pero a partir de ahí, el sudor hacía de las suyas y, primero volvía loca a la electrónica, que registraba señales saturadas, y después causaba un cortocircuito total (señal plana).
Tras varias iteraciones, muchos correos electrónicos, sesiones de ejercicio y discusiones charlas constructivas, los problemas se solventaron en parte, pues el conrtocircuito seguía produciéndose, pero conseguimos que dicho efecto sucediese tras algo más de una hora de ejercicio, lo cual para los objetivos del proyecto era más que suficiente.
Pero no todo es tan negativo como parece. De hecho, este proyecto nos inició a varios compañeros en el mundillo del running. Yo ya corría de vez en cuando, muy de vez en cuando, y supuso una pequeña motivación para ganar algo de regularidad, a la vez que aprender ciertos hábitos de entrenamiento básicos para cualquiera que pretenda correr para algo más que simplemente hacer ejercicio porque si.
Fue en la Volta a Peu a la UPV de 2007 cuando, aprovechando que habría afluencia de un gran número de corredores, montamos un pequeño stand en el que mostrábamos los desarrollos del proyecto y, de paso, obteníamos un feedback valioso de ‘potenciales usuarios’…
y en el que podíamos hacernos la foto con un jovencito Javier Gómez Noya (a la postre, futuro campeón del mundo de triatlón en 5 ocasiones), que ya despuntaba como triatleta a nivel internacional.
Dicha carrera fue la primera carrera popular en la que participé. Aunque era una distancia relativamente corta (algo menos de 5km), las sensaciones fueron terribles, pues el recorrido era bastante revirado, con cambios de ritmo constantes y, ya sea dicho, no tenía ninguna experiencia de cómo afrontar una carrera. Pero de alguna manera, el mundillo del atletismo me enganchó.
Fué pocos meses después, en febrero de 2008, cuando debuté en la distancia reina del running: el maratón. La prueba elegida era la maratón de Valencia, y la preparación había sido… escasa: un mes corriendo unos 10km tres/cuatro veces por semana. Sin embargo, conseguí acabar aquella carrera de una manera digna (andando gran parte de los últimos 10km), lo que supuso una motivación extra para continuar corriendo y mejorando (muchas personas sueñan con acercarse a las 3h en maratón, y lo conseguí a la primera y sin una preparación específica).
Desde aquel febrero de 2008, el número de carreras realizadas ha crecido hasta una cifra cercana a las 230, entre las cuáles se incluyen 54 medias maratones, 9 maratones, 62 10k y otras 100 pruebas de diversa distancia. Cerca de 3400km en carrera (sólo competición, la cifra de kms sumando entrenamientos sería mareante. Como ejemplo, este análisis de la preparación de la maratón de Valencia 2017) en 231 horas, el equivalente a 10 días enteros corriendo.
La evolución durante estos últimos años, desde esa primera volta a peu, hasta la última maratón de Valencia realizada (2017), es más que apreciable, tanto en ritmos de carrera como a nivel físico: de pesar cerca de 80kg, lo que para mi altura rozaba el sobrepeso, a mantenerme en torno a los 65kg desde hace ya muchos años.
De manera que, puedo decir sin lugar a dudas, que el proyecto MyHeart tuvo un gran impacto en mí, tanto a nivel personal como profesional.
P.D.: cuando me asignaron la escritura de este artículo, la verdad es que la idea no me atrajo demasiado. Pero he de reconocer que he disfrutado como un enano, e incluso me reido a carcajadas, viendo fotos propias y de algunos compañeros de hace más de 10 años. Si me dan permiso, prometo una segunda parte de este artículo