Para un grupo de investigación, cumplir 20 años de trabajo en áreas punteras es un motivo de orgullo, de satisfacción al mirar el camino recorrido, pero también es un momento ideal para apreciar dónde estamos y a donde queremos llegar.
Desde ese ya lejano 1998, teníamos muy claro que nuestro trabajo estaba dirigido a mejorar la vida de las personas. Aplicar la tecnología a la salud y la sanidad nos permite mejorar lo que ya sabemos hacer, pero también nos permite hacer cosas que antes no podíamos lograr. Y para esa tarea no solo es necesario ser capaces de demostrar que la tecnología está madura, que es usable, y que puede comenzar a emplearse, sino también normalizar su uso en una labor de contar, explicar lo que hacemos, sus ventajas y limitaciones. Eso que se ha llamado hacer madurar el mercado.
Y cuando vemos en perspectiva cómo ha ido calando en la sociedad el uso de la tecnología para el cuidado de la salud, estamos seguros que algo hemos tenido que ver en ello.
Así, este compromiso con la sociedad de la que formamos parte y gracias a la cual desarrollamos nuestro trabajo, se convirtió desde el principio en el reto de cómo contar, de cómo adquirir unas habilidades para las que como científicos no nos habían formado.
En realidad nuestro contacto con los medios -y los profesionales de la comunicación- fue muy temprano y nuestra primera convocatoria de prensa, de la mano de los servicios de comunicación de la Universidad Politécnica de Valencia, se realizó sobre la aplicación de nuestro sistema de teleconsulta al propio rector Justo Nieto y en directo. En directo quiere decir una intrahistoria de nervios, de cosas que dejan de funcionar y vuelven a hacerlo 5 minutos antes, de hablar sin un guión establecido… y quiere decir mucho también sobre el hecho de que el rector se prestase a ponerse en nuestras manos.
Realizar una videoconsulta, obteniendo una medida de la presión arterial y un trazado electrocardiográfico a distancia hoy, felizmente, no nos parece gran cosa, pero supuso un enorme éxito y aparecimos en posiciones destacadas en los principales medios escritos y televisiones nacionales. Este fue nuestro punto de arranque, y tras él hemos ido aprendiendo sobre la marcha cómo realizar notas y convocatorias de prensa, cómo “vender” nuestra información y relacionarnos con los profesionales de ésta, y cómo contar nuestro trabajo de manera que resulta interesante para los lectores.
Y lo bueno de la comunicación es que, a diferencia de la ciencia, los resultados al esfuerzo llegan de manera muy rápida. Decenas de notas de prensa emitidas que se han convertido en miles de impactos en los medios. Y esos impactos se han traducido en millones de lectores que saben de nosotros, que descubren el potencial de conceptos como telemedicina, Internet aplicado a la salud, monitorización a distancia, sistemas de gestión de pacientes… y a los que hacemos partícipes de ese trabajo diario que quiere salir a la luz y volver a la sociedad en forma de conocimiento, y de ese orgullo al saber que en nuestro país, en nuestra ciudad, en nuestra universidad se investiga al mismo nivel que en los mejores centros europeos.
Comunicar, contar, explicar, hacer visible nuestro trabajo en ese compromiso ético con la sociedad a la que nos debemos; esta reinversión del conocimiento siendo conscientes de que si la sociedad avanza con nosotros podemos ir mucho mas rápido.
Pero pronto descubrimos que no era bastante, o lo supimos siempre, pero en aquel lejano 1998 no contábamos con las herramientas necesarias para dar el siguiente paso: conversar. Y es que en ese año aparece Google como un buscador que se empleaba prácticamente en el ámbito universitario, en casa molestábamos a los vecinos con el chirrido del modem y lo mas inteligente que tenía nuestro móvil era la agenda de contactos.
Conversar. Como podíamos. Primero por correo electrónico. Mas tarde los foros y chats. Hasta que la web da un giro y empezamos a ponerle números: 2.0, 3.0, . . . Pero esta es otra historia que merece ser contada.